Un estudio japonés revela que más del diez por ciento de pacientes de artrosis de rodilla podrían llegar a padecer depresión, y recomienda monitorizar posibles síntomas depresivos en pacientes de artrosis con dolor crónico.
Dolor crónico y depresión
Existe una íntima conexión entre dolor crónico y depresión. El dolor articular es el síntoma principal de la artrosis que impide realizar actividades cotidianas. El no poder realizar actividades cotidianas se asocia a una serie de problemas: sedentarismo, menor socialización, con el consiguiente riesgo de aislamiento social y depresión.
Investigadores japoneses han descubierto que un 12 por ciento de pacientes con artrosis de rodilla pueden desarrollar depresión, por lo que recomiendan que se someta a cribado regular a los enfermos de artrosis. El estudio, llevado a cabo por investigadores de diversos centros japoneses, evaluó 573 casos de artrosis de rodilla geriátrica sin síntomas de depresión. Se utilizaron los índices WOMAC (Western Ontario and McMaster University Osteoarthritis Index) y la GDS (Geriatric Depression Scale) para identificar síntomas de depresión. Transcurrido un período de seguimiento de dos años, el 11,9% de los participantes desarrollaron síntomas depresivos, que eran predecibles en función del dolor y de la pérdida de funcionalidad. La posibilidad de desarrollar depresión aumentaba en aquellos casos que experimentaban dolor en la cama por la noche, en los que experimentaban dificultades para ponerse los calcetines, para entrar o salir de un coche, o para quitarse los calcetines.
En sus conclusiones, los autores sugieren que debería considerarse el cribado sistemático de síntomas depresivos en pacientes con artrosis de rodilla, y que un examen de las respuestas de las personas de edad avanzada a las preguntas sobre dolor por la noche y dificultades para la realización de actividades diarias podría ser una forma eficiente de identificar aquellos con elevado riesgo de desarrollar síntomas de depresión.
Abordaje del dolor en artrosis
Mantenerse activo y moverse es una de las formas más eficaces de reducir el dolor y combatir la artrosis. Treinta minutos diarios de ejercicio de bajo impacto (natación, pilates, yoga, bicicleta, caminar) serán suficientes para activar nuestro organismo. El ejercicio, que debe ser realizado de forma adecuada a nuestro estado de salud, forma física, edad, deberá ir acompañado de una dieta saludable y equilibrada, rica en fibra, magnesio y ácidos grasos omega-3, para una mejor protección de nuestras articulaciones.
Fuente: Journal of the American Geriatrics Society
Fuente estudio: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/jgs.15259