Un estudio clínico aleatorio ha demostrado que un programa de ejercicios cuidadosamente estructurado después de un reemplazo de rodilla no ofrece ventajas sobre un cuidado menos intensivo.

El estudio elaborado por investigadores australianos, que se ha publicado en Arthritis Care and Research, cuenta con una cohorte de 422 personas entre 45 y 75 años de edad que pasaron por un reemplazo total de rodilla.

A la mitad de estas personas les fue asignado recibir servicios estándares de rehabilitación, incluyendo normalmente seis sesiones de terapia física durante seis semanas. La otra mitad fue enviada a casa con una hoja que contenía las instrucciones de una serie de ejercicios para las primeras seis semanas y las siguientes ocho semanas recibirían tratamiento con clases de terapia física dos veces a la semana que incluían ejercicios de calentamiento y enfriamiento, rutinas de funcionalidad y fortalecimiento y 20 minutos de ejercicio aeróbico por sesión.

Después de un año, no encontraron diferencias significativas entre los dos grupos en cuanto a la fuerza para subir escaleras, la velocidad al andar, la fuerza de la rodilla, el rango de movilidad, el dolor, complicaciones o ser hospitalizado de nuevo.

Marlene Fransen, autora del estudio y profesora asociada de fisioterapia en la Universidad de Sidney, concluye que “el 70% de toda la cohorte obtuvo una reducción del dolor de más del 50% y que mejoraron la funcionalidad para su edad a los doce meses. Pero se necesita más de un año para mejorar la fuerza muscular porque, si no se recupera, se podrían tener problemas a largo plazo.”