Hasta hace poco tiempo, el dolor se definía en medicina como un “evento” puntual y concreto que nos avisa de que algo no funciona en el organismo. Este concepto ha evolucionado, dando paso a una concepción del dolor como enfermedad, como un trastorno en el que el dolor es el problema en sí, no un síntoma más, y el tratamiento debe centrarse en combatirlo. Todo dolor de duración superior a tres meses se considera dolor crónico. Asimismo, el dolor agudo (como el causado por lesiones o intervenciones quirúrgicas), también se asocia a un riesgo de progresión a dolor crónico si el tratamiento no es el adecuado.
El dolor crónico supone un problema de salud pública, con importantes repercusiones socioeconómicas (pérdida de horas de trabajo, uso de servicios sanitarios) además de graves consecuencias en los ámbitos personal, familiar y social del paciente. Por otra parte, el tratamiento del dolor es problemático, pues la percepción que tenemos del dolor puede variar de una persona a otra o modificarse en función de cuánto tiempo hayamos padecido dolor crónico.
El dolor crónico, causa de la mitad de las consultas en atención primaria
En atención primaria, la mayoría de las consultas (cerca del 50%) se deben a dolor crónico. Más concretamente, la mayoría de consultas por dolor crónico son de ancianos: aproximadamente un 80% del total de casos de dolor crónico, en su mayoría por trastornos musculoesqueléticos como la artrosis, las realizan personas de edad avanzada. La atención al dolor crónico en ancianos tiene necesidades especiales, pues su fisiología es diferente a causa de la edad. Suelen tener comorbilidades, estar polimedicados y muchas veces soportan situaciones sociales y familiares complejas. En consecuencia, el abordaje del dolor debe seguir estrictos criterios de seguridad, evitando posibles interacciones farmacológicas y controlando la adherencia al tratamiento, entre otros factores. Los médicos de cabecera deben optar por las soluciones con un mayor perfil de seguridad para el manejo de patologías asociadas a dolor crónico.
En el transcurso de las 3as Jornadas Nacionales de Dolor del SEMERGEN (Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria), los profesionales de la medicina primaria han reclamado una atención multidisciplinar para el tratamiento del dolor crónico, así como la formación y el compromiso de la administración sanitaria para tratar el dolor en múltiples ámbitos: psíquicos, sociales y biológicos. En la experiencia del dolor interactúan una serie de factores no únicamente biológicos, sino también emocionales y sociales, que es preciso conocer y analizar para realizar un abordaje integral, multidimensional e interdisciplinar. Para un mejor control del dolor y una mejora real de la calidad de vida del paciente, no son suficientes los tratamientos analgésicos: también son clave las medidas no farmacológicas y el fomento de estilos de vida saludables. En este sentido, el Dr. Pedro Ibor, coordinador del Grupo de Trabajo de dolor de la SEMERGEN, enfatiza que la atención primaria es el eje y guía del tratamiento del dolor crónico, dado su carácter multidisciplinar.
Los ponentes en los debates de las Jornadas Nacionales del Dolor también han constatado que la formación sobre el dolor y su tratamiento continua siendo deficitaria, pese al compromiso de la administración de implementar las conclusiones del Documento marco para la mejora del abordaje del dolor en el SNS de 2014. En este sentido, iniciativas como las Jornadas Nacionales de Dolor SEMERGEN son una apuesta por la puesta en común de conocimientos entre los profesionales médicos para optimizar el tratamiento del dolor crónico y agudo. Celebradas los días 21 a 22 de abril de 2017 en la isla de La Toja, Pontevedra, las 3as Jornadas Nacionales de Dolor SEMERGEN incluyeron mesas de debate, talleres de práctica clínica (rotación de opioides, tratamiento del dolor agudo posoperatorio, fibromialgia), así como la presentación de una veintena de comunicaciones de investigación y casos clínicos.